“Quiero la vida como es, no como puede ser”
– Fun Key One, Ishto Juevez (cantante guatemalteco).
Cuando llegué al viernes 30 de abril, tuve el difuso pensamiento de “los primeros cuatro meses de 2017 se han terminado”, ¿Qué aprendiste?, ¿De qué te arrepientes?, ¿Cuáles fueron tus fracasos?, ¿De qué sientes orgullo de ti misma?, ¿puedes decir que fuiste feliz?, ¿Qué cambiarías?, ¿De qué te deshacerías?, ¿Qué abandonarías?, ¿Cuál es tu meta principal para los siguientes meses?
Es retador hacer la retrospectiva de ti misma durante un cierto tiempo. Sabrás que hay cosas de las que te arrepientes, y cosas de las que dices: Que bueno que las viví. En mi caso, y por recomendación de mi coach, hacer la retrospectiva de mi misma durante los cuatro meses que han terminado fue darme cuenta que viví más de lo planee. Me permití tener experiencias distintas a las que mi personalidad se hubiese estado de acuerdo.
Sin duda alguna, he crecido, para bien y para mal. La retrospectiva ha atizado las lumbres que creía ya apagadas, y me ha hecho tomar conciencia de mis metas, de mi propia existencia, y de mi vocación.
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Salí de mi zona de confort… de mi timidez… de mi introversión. Siempre había pensado que sentirme agotada cuando estaba con muchas personas que no conocía era una forma de ser antisocial. Y por mucho tiempo, me obligaba a no ser “esa antisocial o la aguafiestas”. Hasta que un día haciendo nada en redes sociales, encontré un artículo que casi tenía mi nombre escrito. Decidí investigar más acerca de los introvertidos.
A raíz de esto, empecé a leer un libro genial, “El Poder de los Introvertidos” de Susan Cain (el link es de una TED Talk que también dictó Susan). El libro es de esos mentores silenciosos que me está permitiendo redescubrir el verdadero sonido de mi alma, quizás una parte de mi que había negado. Estoy descubriendo las bondades y las maldiciones de ser una introvertida.
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